8.4.11

Chal fugáz.

Entró en el bar
con su chal rojo de poder.
Se puso al piano
sin oficio
ni buscando beneficio.
Comenzó a tocar.
Los corazones se acompasaron
al ritmo de tenedores y cuchillos,
orquestando el sagrado ritual.
Duró
lo que dura un dorado guiso de ternera
acompañado de vino Oporto
en una noche estival.
Se retiró
como una estrella haciendo estelas
con su chal blanco
fugáz.

1 comment:

maria s. leiva said...

que gustazo de momento...me recuerda a un dia q me tome un cafe en el bar del Pi mientras un pianista tocaba a mi lado..que delicioso instante...