Ella te viene a la boca. Se posa. Tú la notas,la tactas, la das vuelta, "vuelta y vuelta poco hecha". La provocas. Salta sonora y con los brazos abiertos se posa en el oído.
Puso una almendra de champú. Friccionó rápidamente hasta hacer espuma las ideas. Enjuagó hasta la última lágrima aclarando su tupida cabellera. Dejó secar al sol las "malas ideas" hasta debilitarlas por completo. Se peinó con cautela cuidando de no estimular de nuevo extraños pensamientos. Desenredó pacientemente la enmarañada memoria. Clasificó los recuerdos a peinetazo limpio los mantuvo a raya. Con precisión colocó una diadema azul eléctrico con una inscripción: "parásitos abstenerse". Con la frente mas despejada salió a la calle.
Detrás de la palabra una gran ancla. De su cuerda cuelgan la rabia,la impotencia,el dolor. Detrás de la palabra y haciendo espejos se vislumbra el entendimiento.
Con pocos ingredientes bien combinados con fuerza y alegría va estirando la masa verde. Energía contagiosa que anclará en nuestros pecaminosos estómagos. Satisfechos nos constituiremos mejores personas. Desechando lo inevitable. Salvando lo imprescindible.
No hagas pornografía con tus sentimientos, éstos quedan tan expuestos que son un regalo difícil de coger. Pon tu corazón en la mano de quien pueda cerrarla con delicadeza.
Con la música en los dedos de los pies. Acariciaba el camino aunque fuera árduo. En armonía con su tiempo, vibrante de pasión, soportó cayos ,ampollas,calambres y muchas horas de desconsuelo. Con la música en los dedos de los pies. Deslumbró a muchos y fue maestro de todos.
Hacía tiempo que dormía. La noticia lo acalambró como aguijonazo de avispa. Cojeando entró al lavabo, se lavó los dientes,la lengua, los labios, cepillándose hasta el último beso. Intentó erradicar todo gusto,toda pasión. No pudo. Las papilas gustativas se enraízan en la memoria y los recuerdos asaltan en cualquier momento. Hacía tiempo que dormía en los laureles.
Cuando ves esurrirse entre tus dedos toda una vida. Te sientes lechuga fresca y al tiempo pollo mojado. Qué importante es que te digan, no tires la toalla!
Entró en el bar con su chal rojo de poder. Se puso al piano sin oficio ni buscando beneficio. Comenzó a tocar. Los corazones se acompasaron al ritmo de tenedores y cuchillos, orquestando el sagrado ritual. Duró lo que dura un dorado guiso de ternera acompañado de vino Oporto en una noche estival. Se retiró como una estrella haciendo estelas con su chal blanco fugáz.